La Cursi-Ficción (2da parte: La Cursi-Ficción)
Dios Todopoderoso a librado a Vilma de los Infiernos, pero Vilma aún no se ha convertido en una "cristiana" hecha y derecha.
Tras ser salvada, Vilma empieza definitivamente a dejar toda su antigua vida y a buscar el "rostro de Cristo". Muy pronto, en una semana, ella pierde todo. Sus familiares comienzan a enfermar gravemente. Su vida y su entorno, todo lo que ella ama, se torna horrible. Y vuelve a aparecérsele Lucifer. Le dice que deje en paz a su familia, que ella es quien tenía el pacto con él, que lo ha roto y es libre de hacer lo que le plazca. Lucifer le dice que deberá suicidarse al amanecer.
Entonces Vilma pasó una noche horrible analizando su vida, mirándo hacía atrás. Se sentía mal y no podía dormir. Ya casi salía el cara'e'gallo cuando nuestra presunta ex-bruja brasilera oyó una voz que le decía: "¿Crees tú que hay un dios todopoderoso?" Primero "pensó" que se trataba de un espíritu que la molestaba. Luego volvió a escuchar la voz y se extrañó porque no era una voz fea, sino preciosa, suave y armoniosa, que le decía: "¿Crees tú que existe un dios todopoderoso?".
Entonces vió una luz más fuerte que la del sol, radiante, y se desmayó. Llegó a un lugar desconocido, polvoriento y muy calurosa, la gente se vestía diferente y ella pensaba que estaban disfrazados. Habían hombres vestidos como soldados, como soldados romanos, y una multitud. La multitud estaba feliz, aplaudía, insultaba y escupía algo que ella no alcanzaba a ver. Luego descubrió que sucedía. Los soldados golpeaban a un hombre que sangraba con los ojos cerrados. Lo azotaban con látigos que tenían ganchos, como de anzuelo, en las puntas, y le arrancaban la piel al retirar los látigos. El hombre avanzaba y la multitud con él para torturarlo, con escupos, insultos y golpes. Aplaudían. Ella se acercó y comenzó a desesperarse, a sentirse mal por lo que le hacían a ese hombre, a sentir compasión, piedad, ¿lástima?. Desesperada gritó que lo dejaran, que "Él" era inocente. Lo mira a la cara y "Él" también la mira, y le dice: "Vilma..." ¿Pero cómo sabe mi nombre? -pensó ella. "Vilma, esto lo hago por ti, porque te amo". Él era Jesús.
Al despertar Vilma se sintió por fin libre de los espíritus malignos que la acosaban y comenzó su prédica, hasta toparse conmigo, señoras y señores.
Yo escuché a Vilma relatar como supuestamente había exorcizado al demonio en un niño de 11 años. Tras abandonar la brujería y unirse a la iglesia Vilma se dedica a lo que ella llama "liberación". Mientras Vilma relataba su historia un grupo de canutos vestidos de trajes y faldas y bien peinaditos tocaban y cantaban arriba de un escenario una melodía cursi y llorona.
El demonio hablando a través del niño trataba a Vilma de bruja. Para poder hacer su trabajo Vilma tuvo que humillarse y pedirle ayuda a su Jebús. Al revisar la casa del niño (hijo de un plesbitero) se encontró con pornografía, películas de disney, libros de cohelo, artesanía indígena con motivos religiosos, y otro tantico más de material que ella consideraba subversivo y satánico, razón por la cuál el niño fue susceptible de ser poseído. El exorcismo concluyó con el niño levitando, con Vilma temiendo su caída y muerte súbita, pero finalmente fue librado gracias a ese Dios Todopoderoso al que le hacía propaganda.
Luego invitó a la gente a arrepentirse por tener este tipo de material en su casa, a pasar adelante a quienes llegando a su hogar se despojarían de todo esto. Mucha gente se acercó al escenario. Algunos parecían totalmente fuera de control apenas sostenidos y contenidos por sus hermanos.
Y así mucha gente tirada en el suelo de rodillas, lloraba arrepentida, hablaba en lenguas, mientras Vilma los incitaba textualmente a humillarse, recordándoles siempre lo insignificantes que eran y lo grande que era "Él", el que se dejó torturar por amor a ellos, tan minúsculos. Esto me recuerda uno de los capítulos de "The meaning of life", el titulado "Growning and Learning".
Quienes hemos recibido a Cristo, a quienes nos ha lavado los pies y luego hemos devuelto el gesto, quienes hemos entrado al Reino de Dios, sabemos que la humildad divina nada tiene que ver con esa humillación. Bien entiende Nietzsche que Cristo se dejó martirizar para mostrarnos como había que vivir y no para que le sintamos lástima y por lástima creamos en él que se dejó matar por "nuestros pecados". Cristo murió por sus pecados, no por los míos. Cristo, como el hijo de un dios, murió enchido de orgullo en la cruz. "Madre perdónalos, no saben lo que hacen".
Cristo le mostraba a los esclavos judíos como él estaba liberado de todo resentimiento, como su entrega al mundo era total. Se entregó al mundo tal como era, incluso en la cruz, sin rechistar. Dad la otra mejilla. Por eso Cristo es simbolizado con un cordero y nos recuerda a un cordero, por su entrega. Pero esa entrega no es para que nosotros nos libremos del pecado del mundo como dice la canción, es una entrega que da tranquilidad de cordero a quien es capaz de practicarla. Cristo murió por sus pecados, no por los míos.
Adoramos la libertad de espíritu del Cristo que se manifesta en Amor y que los esclavos al no tener esa libertad sólo pueden sentir como compasión. Amaos los unos a los otros como yo los he amado, dijo, en total libertad, libres de todo resentimiento.
El amor está contra la ley y por eso Cristo fue crucificado. Nosotros, disfrutaremos de la gracia divina que nos otorga la libertad del espíritu, y amaremos hasta el infinito, pero aceptando nuestra criminalidad y calculando los riesgos, no jugaremos al béndito martir liberal. Aceptamos el hecho de que somos criminales y nos preparamos para vivir como tales.
Amaos los unos a los otros, como yo los he amado
1 Comentarios:
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