Veganismo
traducido por Ludo
Lo que siento que hace mucha falta a las discusiones sobre veganismo es algún sentido de contexto económico. Usualmente, el asunto de la opresión animal se aborda sólo en términos de compasión y prejuicio: los animales son explotados y destruidos –como podrían hacernos creer grupos como Earth Crisis– simplemente porque los vemos como subhumanos y estamos dispuestos a abusar de ellos para satisfacer nuestra codicia. Sospecho que el problema es mucho más profundo que mera crueldad y avaricia. Bajo el capitalismo, no sólo son los animales explotados: todos y todo lo es, desde las granjas y los bosques hasta los agricultores y los vendedores de verduras. La opresión de los animales es sólo un poco más obvia para nosotros pues involucra el asesinato de seres vivientes, pero no son sólo los animales quienes han sido esclavizados y transformados por nuestra sociedad, todo lo ha sido, incluso nosotros mismos. Sin un entendimiento de cómo y por qué nuestro sistema social-económico nos lleva a perseguir dominar y explotarlo todo, no estaremos capacitados para alterar la manera en que los animales son tratados de una forma significativa o duradera. El capitalismo nos obliga a evaluar nuestro entorno y a cada cual de acuerdo al mercado de valores. Bajo el sistema capitalista, cada hombre es alentado a preguntarse cuán provechosos son los animales y las personas que lo rodean como recursos económicos en competencia con otros. Todo se convierte en un campo de caza para la explotación: porque si tú no explotas algo en el apuro para ganar la mano más alta en el "cambio de bienes y servicios" del libre mercado, alguien más lo explotará, y muy posiblemente lo usará para explotarte a ti. Aquellos que han descubierto esto no escatiman en explotar animales o humanos, en tratarlos como objetos, porque creen que la alternativa es ser ellos mismo tratados como objetos y ser explotados por otros. De esta forma, el capitalismo nos divide a unos contra otros y nos incita a destruir nuestro entorno.
Cuando camino por los pasillos del supermercado, mirando todos los productos a la venta que me rodean, quizás pueda decir cuáles son manufacturados a través de la explotación de animales, pero no podría decir cuáles –de haber alguno– son manufacturados sin mediar explotación de nada ni nadie. Ése es uno de los mayores inconvenientes de nuestra moderna economía de producción/distribución/consumo en masa: al momento en el que el producto llega a ti, es virtualmente imposible decir quién lo hizo, cómo fue hecho, de qué está hecho, o dónde ha sido hecho. Papel higiénico, porotos rojos enlatados y zapatillas atléticas, todos se sientan en sus estantes el uno junto al otro, como si hubieran aparecido del aire y hubiera sido una terrible y larga lucha el localizar alguna información real, sonora, sobre los orígenes de cualquiera de ellos. Pero hay algunas cosas que sí sé, sin embargo, incluso sin poder rastrear la historia de vida de cada paquete individual de fideos chinos: hay trabajadores migrantes en este país que son maltratados y malpagados, hay corporaciones (como Pepsi) conocidas por apoyar a gobiernos totalitarios que destruyen la vida humana despiadadamente, hay fabricantes de zapatos (como Nike) que dan bajas pagas y malos tratos a los trabajadores extranjeros, hay empresas (como Exxon) cuyas políticas dañan permanentemente el ambiente. Así es que la idea de que se puede estar seguro de que tus dólares no están financiando nada inhumano o destructivo con sólo examinar los ingredientes de un producto y cerciorarte de que no incluye ningún producto animal me parece un absurdo. Hay miles de formas de opresión, tan atroces como la opresión animal, que mantienen girando las ruedas de nuestra economía, y no hay razón para preocuparse menos de ellas que de la opresión animal.
Me parece que la solución a largo plazo para este problema no es sólo comprar comida vegana y productos "amigos de los animales". Si queremos cambiar las condiciones que han resultado en la destrucción generalizada y la explotación que caracteriza a nuestro mundo, debemos trabajar hacia un reacondicionamiento completo de nuestra economía: debemos escapar de alguna forma del ciclo vicioso del capitalismo. La única manera de luchar contra el capitalismo es desacreditar sus supuestos: que la felicidad consiste en tener cosas ("el que muere con más juguetes gana"), que no hay una manera realista de trabajar en conjunto en lugar de competir unos contra otros, que cualquier otro sistema económico representa alguna clase de esclavitud (como la antiguamente comunista URSS). Si estas suposiciones no son ciertas, lo cual no es muy difícil de imaginar, entonces debería ser posible para nosotros el crear un tipo diferente de economía y un tipo diferente de mundo. Si la gente empieza a comprender la felicidad como la libertad de hacer cosas en lugar de tenerlas, si deciden que disfrutan más siendo generosos que egoístas, si logran imaginar que puede ser posible el crear una sociedad en la cual trabajemos juntos por el bien de todos en lugar de estar contra los demás y contra el ambiente por (como dicen los anuncios) nuestro propio bien, entonces el capitalismo finalmente caerá.
Mientras tanto, en lugar de practicar el veganismo, practico el "libreganismo". Sé que mientras participe en la economía oficial, tanto si compro productos veganos o no-veganos, estoy apoyando a las corporaciones que representan el capitalismo mundial. Así que en lugar de sólo comprar productos amigos de los animales, trato de conseguir los menos productos posibles. He escrito sobre esto en números anteriores de Inside Front: es posible, mediante un modo de vida ahorrativo, una creativa "recolección y caza urbana" y proyectos como Food Not Bombs, sobrevivir sin contribuir más que en una mínima cantidad de dinero o esfuerzo a la economía oficial. Cualquier cosa que pueda obtener gratis a expensas del sistema capitalista explotador y opresor es una huelga en contra del sistema, mientras que conseguir comida vegana de Taco Bell (que es propiedad de Pepsi Co.) aún es poner dinero en las manos de una corporación opresora y explotadora. Vivo al margen de cualquier recurso que pueda escarbar sin pagar o robar de nuestra sociedad, tratando de evitar los productos animales cuando puedo, pero concentrándome sobre todo en mantener mi dinero y mi fuerza laboral lejos de sus manos. La voluntad de bombear dinero en la economía oficial, la cual es responsable de la opresión de animales y humanos y la destrucción del ambiente al gastar en consumir (en ropa atlética de moda, por ejemplo), no es compatible con con la meta que profesa la mayoría de la gente que sigue una dieta vegana, el fin de la explotación de los animales. Por esto es que me parece ridículo que tantos grupos activistas veganos como Earth Crisis estén dispuestos a perpetuar la conciencia consumista al vender mucha mercancía; y al hablar sólo de la crueldad humana en lugar de criticar el consumismo en general ignoran la verdaderas causas de la opresión animal.
Hay grandes aspectos del veganismo, por cierto. Primero que todo, si no puedes soportar el poner nada en tu cuerpo que fue realmente fabricado a partir del cadáver de otro ser viviente, el veganismo es una manera de evitar eso (a pesar de que NO confiere mágicamente la "inocencia" en explotación animal que los imbéciles radicales claman para sí mismos, como debería demostrar mi discusión sobre capitalismo y otras formas de opresión). Además, te otorga una relación diferente con lo que comes que la que la mayoría de nosotros tiene: te hace considerar de dónde viene y qué hay en ella, en lugar de darlo por hecho, ¡y probablemente te hará mejor cocinero! Y finalmente, resalta el asunto para todos. Al negarte a comer hasta saber qué hay en la comida haces que la gente a tu alrededor piense por sí mismo sobre qué hay en la que come y cómo llegó hasta allí. De ese modo, el veganismo hace más para cambiar el mundo que lo que el escribir largas respuestas políticas a cartas alguna vez pudo: trae a discusión preguntas importantes a la vida cotidiana y hace que la gente piense sobre asuntos que no encontrarían de otro modo.
Cuando camino por los pasillos del supermercado, mirando todos los productos a la venta que me rodean, quizás pueda decir cuáles son manufacturados a través de la explotación de animales, pero no podría decir cuáles –de haber alguno– son manufacturados sin mediar explotación de nada ni nadie. Ése es uno de los mayores inconvenientes de nuestra moderna economía de producción/distribución/consumo en masa: al momento en el que el producto llega a ti, es virtualmente imposible decir quién lo hizo, cómo fue hecho, de qué está hecho, o dónde ha sido hecho. Papel higiénico, porotos rojos enlatados y zapatillas atléticas, todos se sientan en sus estantes el uno junto al otro, como si hubieran aparecido del aire y hubiera sido una terrible y larga lucha el localizar alguna información real, sonora, sobre los orígenes de cualquiera de ellos. Pero hay algunas cosas que sí sé, sin embargo, incluso sin poder rastrear la historia de vida de cada paquete individual de fideos chinos: hay trabajadores migrantes en este país que son maltratados y malpagados, hay corporaciones (como Pepsi) conocidas por apoyar a gobiernos totalitarios que destruyen la vida humana despiadadamente, hay fabricantes de zapatos (como Nike) que dan bajas pagas y malos tratos a los trabajadores extranjeros, hay empresas (como Exxon) cuyas políticas dañan permanentemente el ambiente. Así es que la idea de que se puede estar seguro de que tus dólares no están financiando nada inhumano o destructivo con sólo examinar los ingredientes de un producto y cerciorarte de que no incluye ningún producto animal me parece un absurdo. Hay miles de formas de opresión, tan atroces como la opresión animal, que mantienen girando las ruedas de nuestra economía, y no hay razón para preocuparse menos de ellas que de la opresión animal.
Me parece que la solución a largo plazo para este problema no es sólo comprar comida vegana y productos "amigos de los animales". Si queremos cambiar las condiciones que han resultado en la destrucción generalizada y la explotación que caracteriza a nuestro mundo, debemos trabajar hacia un reacondicionamiento completo de nuestra economía: debemos escapar de alguna forma del ciclo vicioso del capitalismo. La única manera de luchar contra el capitalismo es desacreditar sus supuestos: que la felicidad consiste en tener cosas ("el que muere con más juguetes gana"), que no hay una manera realista de trabajar en conjunto en lugar de competir unos contra otros, que cualquier otro sistema económico representa alguna clase de esclavitud (como la antiguamente comunista URSS). Si estas suposiciones no son ciertas, lo cual no es muy difícil de imaginar, entonces debería ser posible para nosotros el crear un tipo diferente de economía y un tipo diferente de mundo. Si la gente empieza a comprender la felicidad como la libertad de hacer cosas en lugar de tenerlas, si deciden que disfrutan más siendo generosos que egoístas, si logran imaginar que puede ser posible el crear una sociedad en la cual trabajemos juntos por el bien de todos en lugar de estar contra los demás y contra el ambiente por (como dicen los anuncios) nuestro propio bien, entonces el capitalismo finalmente caerá.
Mientras tanto, en lugar de practicar el veganismo, practico el "libreganismo". Sé que mientras participe en la economía oficial, tanto si compro productos veganos o no-veganos, estoy apoyando a las corporaciones que representan el capitalismo mundial. Así que en lugar de sólo comprar productos amigos de los animales, trato de conseguir los menos productos posibles. He escrito sobre esto en números anteriores de Inside Front: es posible, mediante un modo de vida ahorrativo, una creativa "recolección y caza urbana" y proyectos como Food Not Bombs, sobrevivir sin contribuir más que en una mínima cantidad de dinero o esfuerzo a la economía oficial. Cualquier cosa que pueda obtener gratis a expensas del sistema capitalista explotador y opresor es una huelga en contra del sistema, mientras que conseguir comida vegana de Taco Bell (que es propiedad de Pepsi Co.) aún es poner dinero en las manos de una corporación opresora y explotadora. Vivo al margen de cualquier recurso que pueda escarbar sin pagar o robar de nuestra sociedad, tratando de evitar los productos animales cuando puedo, pero concentrándome sobre todo en mantener mi dinero y mi fuerza laboral lejos de sus manos. La voluntad de bombear dinero en la economía oficial, la cual es responsable de la opresión de animales y humanos y la destrucción del ambiente al gastar en consumir (en ropa atlética de moda, por ejemplo), no es compatible con con la meta que profesa la mayoría de la gente que sigue una dieta vegana, el fin de la explotación de los animales. Por esto es que me parece ridículo que tantos grupos activistas veganos como Earth Crisis estén dispuestos a perpetuar la conciencia consumista al vender mucha mercancía; y al hablar sólo de la crueldad humana en lugar de criticar el consumismo en general ignoran la verdaderas causas de la opresión animal.
Hay grandes aspectos del veganismo, por cierto. Primero que todo, si no puedes soportar el poner nada en tu cuerpo que fue realmente fabricado a partir del cadáver de otro ser viviente, el veganismo es una manera de evitar eso (a pesar de que NO confiere mágicamente la "inocencia" en explotación animal que los imbéciles radicales claman para sí mismos, como debería demostrar mi discusión sobre capitalismo y otras formas de opresión). Además, te otorga una relación diferente con lo que comes que la que la mayoría de nosotros tiene: te hace considerar de dónde viene y qué hay en ella, en lugar de darlo por hecho, ¡y probablemente te hará mejor cocinero! Y finalmente, resalta el asunto para todos. Al negarte a comer hasta saber qué hay en la comida haces que la gente a tu alrededor piense por sí mismo sobre qué hay en la que come y cómo llegó hasta allí. De ese modo, el veganismo hace más para cambiar el mundo que lo que el escribir largas respuestas políticas a cartas alguna vez pudo: trae a discusión preguntas importantes a la vida cotidiana y hace que la gente piense sobre asuntos que no encontrarían de otro modo.
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